TIERRA-I
Calla mi sombra
como si fuera a ajusticiarme.
No le concierne a ella
el eco de mis risas.
Vaga y servil la llaman “la perenne”
desde su acoso diario a mis tobillos.
Calla mi sombra,
empecinada camarera, burlona dama
de compañía.
Arrimada a mis piernas,
pegada a Tierra
como una pedigüeña,
calla mi sombra antigua,
inveterada como mi propia carne,
maldita y estupenda señora irreverente
con sus profanas mofas
indignas,
imitándome.
Ella me ve dolerme en el sudor,
se acopla,
conmigo se retuerce
y enquista su postura como una carcelera.
Por Tierra me persigue,
se ríe sin dentadura,
me observa sin pupilas,
se empequeñece a ratos o me abulta
el torso o la cabeza.
Todo da igual: me plagia,
me hace saber que luce
puesto que no transpiro,
y se muestra investida tan sólo
en su perímetro,
con esa plenitud de carne incompetente.
Se marcha victoriosa cuando desiste el sol,
tan sólo después de recordarme
-en código de ausencia-
mi opaca condición terrestre
de carne irreversible.
Ed.Torremozas)